“Volver a la unidad”

“Volver a la unidad”

Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz ? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

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La división entre personas, comunidades, familias y hasta culturas no es nada nuevo, ya desde antiguo se utilizaba como estrategia de guerra el dividir para dominar, como el mismo dicho latino lo dice: “Divide et impera”, es decir, divide y vencerás.

La división es utilizada como una herramienta que hasta el día de hoy se sigue utilizando ya como sistema para mantener confundida y enojada a la gente, se le pone el sobrenombre de tolerancia ó diversidad para justificarla, desde el ambiente social, político y laboral.

Y no se diga la división que estratégicamente se da en el campo de la religión, cuando evidentemente se han dado acuerdos políticos con las naciones dominantes, para introducir sectas que dividen la unidad católica. Y es que el poder manipulado, solamente puede imperar cuando el caos está presente, para introducirse engañosamente como salvadores y solucionadores de problemas que ellos mismos han sembrado.

Es cuestión de tener clara la unidad con uno mismo y con los demás, porque el hecho que de tengamos activo un episodio de división dentro de nuestras relaciones personales, ya sea con amistades, familia y vecinos, no significa que deba de permanecer así.

La intención del Señor es siempre mantenernos en la unidad, con Él y con los demás. Es por ello necesario volver a la unidad, el dolor es el precio de la división, pero ya está pagado, ahora sólo falta retornar el camino porque no vale la pena sufrir más, y no vale la pena, hay que recobrar lo que realmente importa, ya que esa es la única y auténtica unidad.